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El mejor plan para escapar de la rutina en Oropesa del Mar
Suena apasionante sumergirte en alta mar, fuera de temporada, escuchar el silencio y sentir la libertad que te ofrece este entorno. Y si además lo puedes combinar con unas cuantas actividades más en el agua y con un paseo en bici, qué más se puede pedir?
Decidimos innovar el plan de nuestras escapadas y nos atrevimos con el mar, ese gran desconocido que ofrece tantas y tantas actividades diferentes.
Lo primero de todo, antes de planear nada, hay que cerciorarse del tiempo. Queríamos estar seguros de poder disfrutar plenamente de las actividades y del mar en sí, ya que un mar inestable puede jugar en nuestra contra, ser peligroso y cogerle miedo. Consultamos varias páginas meteorológicas y tras asegurarnos que el sábado sería un día estupendo, decidimos reservar llamando al Club Náutico de Oropesa del Mar. Allí nos ofrecieron los contactos de las actividades que se podían realizar, tanto las suyas propias como las que organizan otras empresas dentro de sus instalaciones.
¡Llegó el gran día! Los nervios a flor de piel y la emoción de que nos esperaba un día apasionante y diferente. Preparamos una mochila, cogimos la bici y nos pusimos en marcha. No sabíamos si ir en coche o en bici, ya que estando la vía verde nos parecía ideal llegar hasta el Club Náutico a través de ella, así íbamos viendo el mar desde una perspectiva diferente a la que íbamos a disfrutar más tarde.
¡Llegamos al puerto, que ruta más chula! ¡Y qué puerto tan bonito! A primera hora de la mañana se ve todo más especial. En cuanto entras hay unas señales direccionales que indican la escuela de vela, así que nos dirigimos allí ya que era nuestra primera reserva. El monitor muy atento y tuvo en cuenta que era nuestra primera vez en el mar, así que fue muy paciente y resolvió todas nuestras dudas. Después de meternos en materia salimos al mar, ¡que emoción! Hicimos vela ligera y windsurf. Nos gustó muchísimo, además de poder hacer las actividades personalizadas, solo nosotros y el monitor, sin grupos, sin ruidos, tranquilos.
A veces apetece ir en grupo o añadirte a otros para conocer gente, pero en otras ocasiones apetece más ir en pareja y hacer las cosas más personalizadas y a medida. Después de estar dos horas con Leo y Javier aprendiendo vela, nos acercamos a tomar un café a uno de los restaurantes del náutico, ¡qué bien nos sentó! Y encima disfrutando del mar y la brisa. A esa hora ya salían barquitos a navegar.
Siguiente parada: ¡Kayak! ¡Que ganas! Habíamos reservado un curso de tres horas en el que nos enseñaron maniobras de seguridad, como subir y bajar del kayak, palear, esquimontaje, etc. Qué gran descubrimiento, nos gustó mucho. Paleamos al lado de las rocas y acantilados entre Oropesa y Benicasim, siguiendo la costa, fue precioso.
Rápidamente nos dimos una ducha en las instalaciones del Club Náutico, ya que fueron tan amables de presarnos una tarjeta de acceso a vestuarios. Comimos tranquilamente y disfrutando del entorno de estar entre mar y montaña. La comida buenísima y la atención excelente. Aún nos quedaba día por delante.
Paseamos un poco por el puerto y nos dirigimos a las motos de agua, que teníamos reserva a primera hora de la tarde. ¡Que divertido! Lo pasamos genial (aunque con un poco de nerviosismo al principio) adrenalina pura, velocidad, risas, libertad… nos dimos un baño en alta mar, disfrutando del entorno, mirando a la montaña estando en el mar. Somos unos privilegiados.
Después de descargar tensiones y adrenalina en las motos, descansamos un poco en la terraza de uno de los restaurantes, tomando algo.
Teníamos muchas ganas de probar el buceo, así que habíamos programado una visita al centro de buceo Barracuda para realizar un bautismo. Primero empezamos aprendiendo las nociones básicas en una piscina que tienen allí mismo, y luego salimos en barco para sumergirnos ya en el mar. Nos sentimos como pez en el agua, qué sensación de paz, qué libertad y tranquilidad, no encontramos palabras para describir las sensaciones que nos produjo el buceo. Increíble.
Y llegó la hora del atardecer. Había llegado el momento de relajarnos paseando en barco. Alquilamos un velero con patrón incluido, para dar un pequeño paseo de una hora. Nos atendieron genial y nos ofrecieron un refresco. Fue precioso, el broche final para un día lleno de emoción y de actividades.
Me resulta muy difícil describir la variedad de sensaciones vividas en un solo día y sin salir de unas mismas instalaciones. Aprendizaje, destreza, equilibrio, risas, descubrimientos, nerviosismo, miedo, paz, tranquilidad, diversión, adrenalina, velocidad, relax, aire limpio, pureza, soledad… Cada actividad tiene lo suyo, son muy diferentes entre sí y transmiten unas emociones diferentes. Sin dudarlo repetiremos, eso sí, más pausadamente (y en coche, que menuda vuelta en bici agotadora).